viernes, 8 de julio de 2011

RECUERDOS DE "DOÑA TECLA"

VIEJO METODO DIDÁCTICOS.

En la escuela se nos enseñaba que la gramática era el arte de hablar y escribir  correctamente nuestro idioma castellano.
La gramática, se dividía  en:  analogía, sintaxis, prosodia y ortografía.
La prosodia y la ortografía se auxiliaban de un método bastante drástico empleado por  nuestros maestros,   que era “Doña Tecla”, o Palo Didáctico,  sistema, por el que nosotros los infantes, el día de mañanas, ya adultos y gracias a este medio didáctico, debíamos hablar  como se hablaba   en Burgos o en  Valladolid.
Eso, trajo consigo  que ni un niño nos librásemos “de Doña Tecla” utilizada  hábilmente en nuestras infantiles manos por nuestros bienintencionados pedagogos, defensores del imperio, en su empeño de que los andaluces  debíamos pronunciar el idioma como en Castilla, patria de Doña Isabel... .Cuando uno, hablaba como siempre se habló aquí,  leyera no distinguiendo la “ce  de la ese, la elle de la eye o  la ge de la jota “ o empleara dicciones antónimas erróneas, era motivo para que  el maestro nos gritara que éramos unos palurdos e  inútiles, para a renglón seguido... “palo didáctico al canto”, de rodillas y castigado sin recreo, siendo una práctica  generalizada en todas las escuelas.
 ¡ Pero que ver,  como han cambiado los tiempos, y que mala suerte tuvimos nosotros los niños de ayer.! . Ahora cuando ocurren estas cosas,  los llaman  “actos fallidos”, dándose las circunstancia  que esos fallos se dan más en los adultos que en los niños, lo que nos sugiere que habría que  poner un especial énfasis en el conocimiento de  nuestra lengua, al igual que se hace con otras actividades culturales. ¿ que pensaría usted si estuviera en una asamblea y la personalidad que debiera inaugurarla comenzara así  su alocución? ¡ Amigos y Amigas! “levanto la sección de hoy.....”. Estamos observando que dos de las palabras empleadas  no se ajustan a lo que quiere expresar y no se corresponden en absoluto con lo que un principio quería decir. En la mente de nuestro orador, es de seguro que quería decir:  ¡Amigos y Amigas! “inauguro la sesión de hoy...” y sin embargo le ha salido la palabra “levanto”, que es una dicción absolutamente antónima con lo que quería expresar y después  “sección” que es palabra equivalente a   división, porción o fracción y que no tiene nada que ver con sesión que es sinónima de reunión, o conferencia que es  lo que va a  inaugurar.  Detrás de éste desatino, según los psicólogos, se encuentra el deseo instintivo de acabar lo más rápidamente posible con la sesión, ¿qué le ha pasado al orador?  Desde  la perspectiva de la psicología, no se duda de que la causa ha sido su “deseo inconsciente  por acabar lo antes posible”, quizá porqué tenia prisa,  lo que  ha superado a su “ voluntad consciente”. Tratándose de una forma levísima de los llamados “actos fallidos”. No acostumbrándose a darles mucha importancia, pero no siempre el origen puede descubrirse con tanta facilidad, situación que  puede darnos una pista de lo que en realidad está pasando en el sentir más profundo de nuestro personaje.
 ¿No podría ser  que a nuestro orador le faltara  vocabulario..   y,  con tal de presentarse al auditorio como el hombre o mujer que domina el idioma,  le pasara como aquel  de un pueblo cercano al nuestro,  que  se bajara del tren antes de llegar a la estación  y cuando llegaron a su casa los que le esperaban en el apeadero,   lo encontraran cómodamente sentado en una mecedora de la casa,   y ante la sorpresa de los los mismos, como explicación, les  dijera que  se había bajado del tren antes de llegar a la estación, viniéndose a pié por la “vida" del tren adelante..?
Hay que cuidar la lengua y no emplear palabras sin sentido por mucha prisa que se tenga;  porqué puede pasar como en la novela de Un “Yanqui en la Corte de Rey Artur”,  en la que se hablaba... y se hablaba..., convirtiéndose la conversación, como vulgarmente se dice,  en  un diálogo  de besugos, y ante tanta incongruencia nadie se enteraba de nada ,lo que debe considerarse como grave, precisando de una terapia, como se dice ahora, pero no la de “Doña Tecla o Palo Didáctico”,  muy de acorde con aquellos tiempos,  sino  convirtiéndose en un asiduo lector de libros, revistas y periódicos, memoria escrita de la humanidad, la  forma de sentirse, poco a poco, mas enriquecido, más completo y por lo tanto más conocedor de nuestro idioma, siendo la mejor  medicina para curar el síndrome de “actos fallido”.
Lo cierto, que Doña Tecla, método basado en que la letra "con sangre entra"  cumplió con su misión en la ortografía, pero no logró sus objetivos en la pronunciación,  pese a que los medios modernos,entre los que contamos con la televisión, están influyendo de forma  activa en nuestra forma de hablar.
En Andalucía seguimos con nuestra modalidad  sureña, por la que nos entendemos y se nos entiende perfectamente, de  no haber sido así, es seguro que el andaluz se escribiría  tal como se habla, supuesto que hubiera generado otra de las llamadas lenguas latinas.

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