DARLO TODO A CAMBIO DE NADA.
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Basta ojear cualquier tratado de trabajo social, para
darse cuenta que el término
voluntario, es designado “como toda persona que colabora por
espontánea voluntad y no por obligación”. Es así mismo, la persona con
inquietudes por los problemas sociales que aquejan a individuos, grupos,
sectores sociales, etc. y que disponiendo de tiempo para desempeñar una labor
de utilidad social, realiza una tarea por propia voluntad “sin recibir ninguna
remuneración económica a cambio”, porqué de no ser así dejaría de ser una
acción altruista y por amor al prójimo. Cuando se agrupan estos voluntarios de
forma organizada y comprometida nace
desde ese mismo momento, la solidaridad de unos ciudadanos y ciudadanas
comprometidos para querer cambiar aquello que deteriora la dignidad humana. Sin
embargo no siempre se recibe de la sociedad el apoyo que sería de desear para
llegar a los destinatarios de la acción voluntaria organizada, cuando lo que se
persigue es trabajar para que la sociedad sea mas participativa, democrática y
humana.
La solidaridad, el altruismo y el compromiso con la
vida comunitaria, como dice la exposición de motivos de la Ley 7/2001 del
voluntariado, son valores profundamente arraigados en la tradición social y
cultural. Preocuparse por los demás, ofrecer de forma espontánea y generosa la
ayuda a quien lo necesita , así como implicarse de forma personal en los problemas
comunes, son actitudes cotidianas. Pienso que todos en el fondo llevamos el don del voluntariado, sólo que en
determinadas ocasiones, aparece de forma espontánea con tal ímpetu que hace de
nosotros verdaderos héroes, basta ver los cientos de voluntarios que
socorrieron a las víctimas del atentado terrorista del aquel pasado día 11 en
Madrid, acción que sólo puede calificarse como ¡admirable!, debiendo
resaltarse que fue tan importante la
respuesta , que muchos de ellos tan sólo pudieron congregarse en la puerta del
pabellón en la que se encontraban las familias de los muertos, sin llegar a
prestar su ayuda, esperando horas y horas por si era necesaria, hasta el punto
de que desde FECOVAM, Federación de Voluntarios, se alertó de la
necesidad de colaboración ciudadana
debido a que los equipos psicológicos, que también de manera altruista y
voluntaria trabajaban con los amigos y familiares de las víctimas eran
insuficientes para asistir a los
afectados. Por lo que desde aquí, desde este espacio hago un llamamiento a ese
voluntariado innato que llevamos dentro, en la necesidad de instrumentalizar
nuestra participación junto a los demás ciudadanos tal como lo establece el í9.2
de nuestra Constitución Española y el
12.1 del Estatuto de Autonomía para Andalucía.
Para acabar y como ejemplo de lo que debe ser un
voluntario, le voy a contar una anécdota que viví desde muy cerca, relato en el
que no voy a citar a la alta
personalidad de que se trata, porque no viene al caso: Una vez tuve la ocasión
de coincidir con una alta personalidad política de nuestro país en una feria o
salón de juventud cuando visitaba un
pabellón de la Cruz Roja Infantil en la que los voluntarios eran niños de esta
Institución. El político después de ser cumplimentado por los responsables del
stand, se dirigió a uno de los miembros juveniles y después de saludarle
afectuosamente, le pregunto: ¿ cual es
tu misión en la Cruz Roja?, a lo que contestó en niño: Yo, colaboro cuando puedo como
voluntario que soy. ¿ Y qué es ser voluntario? volvió a preguntarle la
personalidad. La respuesta del miembro
de la Cruz Roja fue inminente : ¡Para mi y para todos mis compañeros y
compañeras: ser voluntario es una forma
de darlo todo a cambio de nada!. Magnifica forma de calificar una acción que desgraciadamente no
practicamos todos y que tantísima falta hace...
No cabe duda de que esta conciencia de responsabilidad
social dignifica a las personas comprometidas en defender, a la naturaleza, al
medio ambiente, al patrimonio cultural y
a las personas en situaciones mas
desfavorecidas, contribuyendo en definitiva por una vía democrática la calidad
de vida de los demás.
Amigo o amiga lectora que lee este mi artículo, ser
voluntario para llevar a cabo acciones por el bien de los demás es siempre
teleológica o finalista, como lo es todo hacer del hombre, pues está encaminada
hacia fines concretos, subjetivamente deseados, en virtud de tener un porqué o
motivación y para qué o finalidad.
En nuestra sociedad faltan muchos voluntarios para
hacer y predicar el bien, pero eso sí, a cambio de nada, cosa muy difícil para
los apegados al materialismo.
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