domingo, 16 de octubre de 2011

JESÚS QUIJADA "AQUEL DESCONOCIDO" Mis escritos (y 2)

JESUS QUIJADA


Si los personajes populares que marcaron una época no se rememoran, es como si hubieran pasado por este mundo sin pena ni gloria, cuando éstos,   la mayoría pobres, optimistas , buenas personas y desvalidos,  deambularon por nuestras calles de los años difíciles  haciendo felices a los demás,  dándoles ánimo con sus ocurrencias, manualidades e incluso obras de arte como es el caso de la persona a la  que dedico estas letras.
Navegando por esa “superautopista de la información”, que es  Internet,  el azar quiso que me encontrara con una fotografía y un articulo que Antonio Moreno de Osuna  dedicara  a  uno de esos personajes que hicieron  historia  en  la ciudad Ducal: JESÚS QUIJADA aquel hombrecillo que en la época de la posguerra con sus lienzos bajo sus axilas se recorriera todas las calles de Estepa  enseñando   por  todas  sus casas sus obras pictóricas  con motivos estepeños,  lo que viene a decirnos que si los estudiosos de nuestro memorial y los amantes de las bellas artes indagan un poco encontraran las obras de Quijada  en nuestro pueblo.
Jesús Quijada puede ser considerado junto a otros de su época como un personaje muy querido y popular en Estepa,   tenía sobre unos cuarenta años en los tiempos en que le conocí y era natural de Osuna,   de familia honorable, decía que era de la nobleza ursaonense, compartiendo el  mismo árbol genealógico que don Quijote, patronímico de Quijano o Quijada,  y la verdad es que era una persona  que daba gusto hablar con ella,  nuestro amigo estaba afectado de una desviación de la columna vertebral que probablemente le influyó en su crecimiento juvenil ,   era una persona muy extrovertida y conversadora, al mismo tiempo que  muy comedida y respetuosa con los demás,   se paraba durante sus entregas con todo el mundo y les hablaba de historia o de arte, era menudo, de estura pequeña, de piel blanca, ojos oscuros  y siempre ataviado con su boina negra,  era hombre de ocurrencias espontáneas que muchas veces rozaban con lo cómico, se cuenta que día un tabernero de Estepa le encargó un San Francisco de Asís y previo presupuesto que aceptó el del bar, puso mano a la obra  hasta que llegó el día de la entrega, dándose la circunstancia que a  Quijada  se le olvidó pintar al Seráfico Hermano,  el cordón de la Orden Franciscana y al  verlo el comprador lo puso en falta, reaccionando el artista diciendo ¡ es que el cordón no entraba en el presupuesto!  . 
Era un artista  que pese a su  disminución física dominaba las artes plásticas y como enamorado de la belleza no pasaba  jovencita por su lado con la que no dialogara respetuosamente, dejando en nuestro pueblo  un buen  número de obras,  Nuestro Padre Jesús, El Santo Cristo, San Pedro Apóstol,  El Dulce Nombre, San Antonio, Santa Ana, Nuestra Señora de los Dolores y de la Esperanza,   La Torre de la Victoria o el Convento de San Francisco siendo   rara la casa o la taberna donde no hubiera colgado un  cuadro suyo,  una veces por compra y otras porqué les había tocado en la rifa que organizaba nuestro hombre.
Jesús compartió habitación con Pablo el Mudo y Miguelillo Urías,  de cuya sobrina estaba locamente enamorado, aunque como decía, era un amor platónico,  dos personajes que junto a Macaquete, el dueño de las llaves carcelarias compartieron la fama de personajes populares en aquellos años difíciles del movimiento y que por sus ocurrencias se ganaran el aprecio de los estepenses,  sólo que éste dormía y comía en la Cárcel a la órdenes de Diente de Oro, el Cabo de los Municipales de los galones rojos,   que tantos disgustos diera a las mujeres de las colas del agua  y los otros lo hicieran en el Hospital bajo la regencia de la Hermana Cecilia,  hasta que un buen día nuestro personaje que se ganaba la vida con sus lienzos   se marchara a vivir a la Posada de Páez, mesón  donde montó su taller de pintura, coincidiendo en aquel recinto con Solapa, el cuarto personaje que faltaba en esta pequeña historia, pero usted amigo a miga lectora que lee estas líneas, seguro que se preguntará quien era , cuando  es muy seguro que enseñara a leer y a escribir a su padre, a su madre o probablemente a sus abuelos.
Solapa era uno de los hijos de don Rafael Alvarez Sobrevilla “el Porroncho”, Juez de Paz y  hermano de “Sobrevilla”, miembros de una ilustre familia  estepeña venida a menos hasta el punto de arruinarse, era un Maestro Migas que con una enorme cartera de piel transportaba su industria de magíster de casa en casa en aquellos veranos en que las escuela nacionales estaban cerradas,  enseñando aritmética y gramática a domicilio, mientras Quijada compartía el parador  pintando sus lienzos que secaba en el despacho Central de los Ferrocarriles  y después guardaba  en un gran baúl que tenía en su  almacén, gracias a que mi padre  el Jefe de esta dependencia de la RENFE, le ofreció aquel espacio, gesto que Quijada quiso agradecerle haciéndole un retrato a lápiz, para cuyo fin posaba muchas tardes ante el artista, obra que no llegó a entregarle por cuanto un buen día nuestro pintor decidió volver a sus orígenes llevándose el arcón y sus pertenencias y dedicar su arte a su amada Osuna, quedando aquí gran parte de ella  adornando comedores, dormitorios y antesalas de muchas casas labriegas estepeñas.    

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Es este el mismo Rafael Álvarez Sobrevilla en mi árbol? -Trudie

Rafael Romero Jiménez dijo...

Querida Trudie:
Efectivamente,es la misma persona de tu árbol, ya te ampliare información.