martes, 12 de julio de 2011

MIS ESCRITOS (EL ALGARROBO)






Sr.Don Jesús León
EL PERIODICO.



9 de Septiembre de 2004





Amigo Jesús:

Hoy al leer “ El Periódico” en su apartado Opinión, con sorpresa,  veo que la misiva que dirijo a los Ayuntamientos bajo el titulo de “El Árbol Milagroso”, por error ha sido asignada a don Víctor Córdoba, persona a la que no tengo el gusto de conocer pero que es merecedora de todos mis respetos.
No obstante y haciéndome eco de  la “Murphiología General”,   la Ley de Meskimen   dice que “Nunca hay tiempo para hacerlo bien pero siempre hay tiempo para  repetirlo”, me permito pedirte que no estaría de más repetir el articulo en el próximo numero, mayormente porque es una carta que conlleva una petición a los Ayuntamientos, epístola con mi nombre y apellidos y la ilusión de que pueda tener una repercusión . Aunque dicho sea de paso, también dice  “Murphi”, al que todos conocemos por el de la “Ley”,  en  sus  “Aforismos de Moore, sobre los documentos”, que “en cualquier documento el error más garrafal pasará desapercibido”. Así es Amigo Jesús, sobre todo  no lo advertirán  algunos  lectores que más bien ponen  el  interés en el contenido del escrito que en su  autor,  pero para  el que escribe es de suma importancia su autoría,  de no ser así,   y modestia aparte, hubiera escrito bajo un seudónimo.
 En papel aparte, me permito escribir unas líneas con el ruego de su publicación

Muy Atentamente.

Rafael Romero Jiménez.


















EL ARBOL MILAGROSO (II)
Por Rafael Romero Jiménez.


No es  una simple coincidencia de que el titulo de este articulo, tenga el mismo epígrafe que el  aparecido en la edición anterior de El Periódico. 
Al escribir bajo el mismo epíteto, intento corregir lo imposible, ya que lo escrito, escrito está y figurará  para siempre en los anales de la historia”in sécula seculorun” o dicho de otra manera,  “por los siglos de los siglos” y el autor de mi texto del “El árbol milagroso”,  es  Don Víctor Córdoba, al que  con todos mis respetos,  le ruego que  me disculpe por hacer uso de su nombre que por error   figura en el escrito de mi intelecto.
Como las circunstancias obligan y Ulpiano legislador romano dice que es de justicia “dar a cada uno lo que le corresponde”,  además  de que  el “rectificar es de sabios”, sólo intento vindicar mi autoría, aunque no estaría de más que El Periódico volviera  a publicar mi misiva, máxime cuando se trata de una carta dirigida  a los Ayuntamientos  que firmo con mi nombre y apellidos.
Epístola en la que demando a los ediles un símbolo, pero no cualquier alegoría, se trata nada menos que la de un ser vivo vegetal:  un árbol.  Figura que por su profundo interés psicológico, biográfico y por la mucha hambre que quitó,  está grabada en la mente de muchos  de los que hoy, aún podemos   hablar con propiedad de una década que mejor es que no vuelva a repetirse.
También es una misiva  en la que pido a los que escriben la historia social de aquel inmediato pasado, que acudan a las únicas fuente de la historia que aún hoy manan,  que son las personas que vivieron la tragedia de aquellos años de los cuarenta.
Para acabar, sólo decir que recordar es vivir y que todo lo expresado en aquel artículo  es una realidad, viniéndome a la memoria lo que decía Borges: “si la realidad no tiene ninguna obligación de ser interesante, en cambio sí la tiene la hipótesis”. A lo que agrego que hipotético es lo dudoso, lo incierto, lo infundado y la realidad social  es que un humilde árbol “el algarrobo”,  con  sus  frutos, como nunca, fue el remedio de tantísima  hambre, lo que ya de por sí,  no fue interesante,  sino milagroso  que es lo mismo que prodigioso, lo que le hace aún más merecedor de vivir en el lugar más preferente y visible de nuestros pueblos, como recordando cada día a las generaciones futuras la importancia que tuvo y que tiene y sin embargo  arden y se carbonizan  cada año miles de ellos en  nuestros  bosques, sin que hagamos nada por evitarlo, cuando todos debiéramos saber que cuando un sólo árbol se quema  es como si se  extirpara a la madre tierra un pedacito   de sus  pulmones  y eso es grave. 

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